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Baja visión: experiencias de memoria auditiva y accesibilidad


La construcción de memoria y el acceso a la información requieren más que herramientas tecnológicas: demandan una comprensión de cómo las personas con baja visión perciben y procesan el mundo a través de diferentes sentidos. La historia de Carlos González, comunicador social y periodista de la emisora Universidad de Antioquia, permite explorar cómo la baja visión, el uso de la tecnología y el desarrollo de la memoria auditiva transforman la manera de interactuar con el entorno y construir conocimiento.


Mano usando un equipo de sonido

La adaptación como proceso continuo


Desde el uso inicial de lupas y lectores humanos durante su formación académica, hasta la adopción de herramientas digitales modernas como lectores de pantalla y aplicaciones especializadas, cada etapa ha representado un nuevo desafío y una oportunidad de crecimiento.

Este proceso no se limita únicamente a lo tecnológico. Carlos enfatiza que la adaptación también implica dimensiones emocionales y sociales, incluyendo la superación de barreras impuestas por la sobreprotección familiar y los prejuicios sociales. "En cada época de la vida se dio ese proceso de adaptación", reflexiona, destacando cómo cada periodo trae consigo nuevos retos y formas de superarlos.


La memoria auditiva y la baja visión

Para las personas con baja visión, la memoria auditiva se convierte en una herramienta fundamental de aprendizaje y conexión con el mundo. Carlos explica que, a diferencia de las personas videntes que dividen su atención entre lo visual y lo auditivo, quienes tienen baja visión desarrollan una capacidad especial para retener y procesar información sonora de manera más detallada y duradera.


"Mientras una persona vidente puede distraerse con señales visuales, nosotros nos enfocamos en el sonido, en las voces, y eso se queda grabado de una manera más nítida", describe Carlos. Esta concentración intensificada en los elementos auditivos enriquece la experiencia sensorial y la construcción de memoria.


Desafíos: navegar la ciudad

La experiencia urbana presenta retos únicos para quienes, como Carlos, dependen menos de la vista. La falta de estandarización en la señalética del transporte público en Medellín emerge como un ejemplo claro de las barreras que persisten en la accesibilidad urbana para personas con baja visión. "Se habla mucho de inclusión pero no se avanza en la unificación de colores y de tipos de letra y números en las rutas de transporte público de la ciudad y los nuevos sistema de letras que pasan, eso es terrible para la accesibilidad".


Sin embargo, la tecnología actúa como un puente crucial hacia la independencia. Las aplicaciones como Google Maps y los avances en la tecnología móvil han transformado la manera en que las personas con baja visión interactúan con el entorno urbano. Carlos destaca cómo "las tecnologías y los teléfonos inteligentes volvieron accesibles muchos contenidos", aunque reconoce que aún hay áreas que requieren mejoras significativas.


Hacia una comunicación más inclusiva

A partir de su experiencia como comunicador, Carlos ofrece recomendaciones valiosas para mejorar la accesibilidad en eventos:


  • La importancia del control de calidad del sonido.

  • La necesidad de una dicción clara y bien modulada.

  • La incorporación de elementos táctiles y sonoros para enriquecer la experiencia sensorial.

  • La provisión de contexto adecuado en las actividades.

  • El uso selectivo y apropiado de la audiodescripción según el contenido.


Reflexiones finales: el camino hacia la inclusión

La experiencia de Carlos González nos recuerda que la inclusión es un compromiso colectivo que va más allá de las adaptaciones tecnológicas. Su llamado a considerar las necesidades específicas de la población con baja visión, que a menudo queda "en el medio" entre las personas videntes y aquellas con ceguera total, resalta la importancia de desarrollar soluciones que contemplen todo el espectro de capacidades visuales.


La construcción de una sociedad verdaderamente inclusiva requiere no solo de avances tecnológicos, sino también de una comprensión más profunda de cómo diferentes personas experimentan y recuerdan el mundo.

Como nos demuestra Carlos, cada sentido aporta una dimensión única a nuestra experiencia de la realidad, y reconocer y valorar estas diferentes formas de percepción es fundamental para crear espacios y comunicaciones verdaderamente accesibles para todos.



 

Este artículo se escribe a partir de la entrevista realizada a Carlos González en septiembre del 2024, en el marco de Audioformas y Sonofondos: Mundos y memorias que construimos a partir de lo que escuchamos, proyecto ganador de una beca de investigación del Programa Nacional de Estímulos 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.

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